Sociedad | Reflexiones Arquitectónicas en Tiempos de Pandemia | Magdalena Eggers

www.Facebook.com/Magdalena.Eggers.1
 REFLEXIONES ARQUITECTÓNICAS EN TIEMPOS DE PANDEMIA
En este tiempo en el que el remedio a la enfermedad es quedarse en casa (o en donde puedan acoger a los que no la tienen), no queda más que reflexionar sobre ella: nos gobierna o nos condiciona, nos agobia o nos despierta la creatividad, de acuerdo al caso y al estado de ánimo. Ya resulta inútil discutir la interacción de los espacios arquitectónicos con el ser humano. Entonces pierden sentido las grandes obras de arquitectura para el ocio, el conocimiento, los servicios, esas que salen en las revistas de arquitectura y galardonan a los grandes popes y hoy están todas vacías: todo es virtual. La única realidad ocurre en nuestro habitar. Y escucho comentarios que van desde el cliente que escribe a su arquitecta para agradecerle el diseño de su casa porque recién ahora la disfruta plenamente, al de familias hacinadas en un monoambiente al que jamás le llega la luz del día. 
¿Para quiénes diseñamos los arquitectos? ¿Para el desarrollador que sólo busca obtener más ganancias o para la familia que necesitaría convivir en armonía durante gran parte de su vida? Si bien es cierto que con dinero se pueden lograr mejores resultados, también con creatividad se consiguen espacios increíbles con mínimos gastos. Las cátedras de facultades que se regodean con grandes proyectos deberían reflexionar sobre el sentido de su enseñanza. Así como los legisladores que dictan las normas y establecen estándares mínimos que asustan, y que sólo piensan en el rédito del sector inmobiliario.
 En la ciudad de Buenos Aires, el Código de Edificación redujo recientemente de 26 m2 a 18 m2 la vivienda mínima. Y ya no requiere expansión. ¿Podemos imaginarnos esos palomares (por suerte todavía no hay ninguno construido) en donde ni siquiera podemos salir al balcón a tomar mate, saludar al vecino o aplaudir? 
Además, redujeron el porcentaje de ventana si se orienta al cuadrante norte (aunque tenga un edificio enfrente y nunca le llegue la luz). Cárceles.  Esperemos que los Funcionarios, a partir de esta experiencia, puedan reflexionar y volver atrás con estas medidas, repensando lo que significa una vivienda digna para cualquier ser humano, la necesidad de recibir luz solar y poder salir a algún “afuera”, como se pensó en 1981 con las NORMAS MÍNIMAS DE HABITABILIDAD.  Y que los que formamos arquitectos volvamos a los postulados de nuestros maestros, nuestras raíces, nuestras necesidades básicas como seres humanos: aprender e imaginar mejores espacios para el habitar.

Magdalena Eggers

Profesora en Universidad Torcuato Di Tella y Coordinadora en Areté en Proyectos Inmob.

Estudió Maestría en Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad en Universidad Torcuato Di Tella